Tumbero: ser o no ser


En este post, vamos a contar que la idea es acercar a los oyentes algunos aspectos de la vida en la cárcel, a partir de lo que vamos conociendo desde nuestra experiencia, nuestras lecturas y búsquedas en relación a la comunicación en contextos de encierro.

Uno de los adjetivos que se utilizan comúnmente para caracterizar o hacer referencia al ámbito carcelario y a la vida en prisión, es “tumbero”. Con esta palabra se suele hacer referencia a quienes se encuentran cumpliendo una condena penal en un ámbito de encierro.

Tumbero viene de tumba y tumba viene de tumbar.

Si buscamos el significado de tumbar, podemos encontrar: desarmar o descomponer alguna cosa. Derribar o derruir.

Hacer caer algo destruyéndolo. Hacer perder el ánimo, las fuerzas, el vigor. Herir o matar a alguien. Quitarlo de sentido.

Muchos se limitan a hablar de los privados de libertad en esos términos, imaginando la realidad de quienes viven en el encierro desde las ficciones que construyen las series televisivas o las secciones policiales de los medios gráficos. Esta aparece como la única manera de saber qué pasa muros adentro, pero en la mayoría de los casos es una forma más de “maquillar” o “espectacularizar” aquello que no se quiere o no se puede ver y que tiene mucho que ver con lo que pasa muros afuera, en la calle, en la ciudad…

La cárcel no es otra cosa que lo que la sociedad esconde de sí misma, por eso para nosotros es importante intentar echar un poco de luz sobre la oscuridad, las sombras y el misterio que tiñen este tema.

Lo que nos preocupa es que se van cristalizando algunos aspectos de la vida cotidiana en la cárcel, de las condiciones de esas vidas, y de las personas que viven encerradas, que anclan a los sujetos en identidades fijas, y fijan los saberes en prejuicios y estigmatizaciones, reproduciendo discursos y prácticas discriminatorias.

“En mi celda tengo dos paredes y el resto se divide con frazadas y sábanas, colgados por un alambre y tres tirantes de palo de escoba, sostenidos por cuatro botellas de gaseosa con agua que lo refuerzan. De esta manera se puede dividir el espacio. Y en la pared tengo el certificado de la escuela en un cuadro tumbero (con una madera para zafar)”

Lo que intentamos es poner en cuestión esta denominación de “tumbero”, intentando conocer algunos aspectos de la vida en la cárcel que tienen que ver con el intento de sobrevivir al tiempo en reclusión, de improvisar lo que se necesita ante la precariedad que caracteriza a las cárceles argentinas.

Como podemos reconocer en el testimonio, la vida en la cárcel evidencia una estética de lo improvisado que recurre a todo aquello que se puede reciclar, transformar y re-crear. Nos interesa especialmente esto porque pone de manifiesto la capacidad de ser creativos, imaginativos.

Los términos, las palabras, el lenguaje que también se escucha en el barrio…

Como aparece en las letras de las canciones, en la cárcel también se le da un uso especial al lenguaje. Frases, palabras y gestos con significados diferentes a los que conocemos permiten formas de comunicarse, de relacionarse, de diferenciarse y de resistir...

Para el pedagogo brasileño Paulo Freire, el universo vocabular es el conjunto de palabras o el lenguaje con que los sujetos interpretan el mundo. Ante esto nos preguntamos ¿qué mundo es el que pueden llegar a interpretar aquellos que se encuentran privados de su libertad en una cárcel?

Las actitudes y el sistema de valores del grupo creador se ven reflejados en sus expresiones, por lo que este universo vocabular supone un elemento aglutinador y también sirve para identificar quiénes son y cómo piensan las personas que dieron lugar a tales expresiones.

¿Pero de que universo vocabular podemos hablar en el contexto de encierro?

Pensemos otra vez en la denominación “tumba”; “tumbero”:

Fue el escritor Enrique Medina, en su libro “Las Tumbas” (editado en Buenos Aires en 1972) uno de los primeros que llamó “tumbas” a los sombríos establecimientos donde son confinados los menores que cometen un delito y aquellos otros que, sin hacerlo, están marginados de la sociedad.

También, antiguamente recibían la denominación “tumberos”, los soldados conscriptos que renunciaban voluntariamente a sus salidas para quedarse en el cuartel comiendo la tumba, es decir, la comida de calidad inferior, primordialmente compuesta de carne hervida.

La “tumba” como alimentación de los cuarteles aparece en el Martín Fierro:

“Sin sueldo y sin uniforme

lo pasa uno aunque sucumba.

Confórmese con la tumba

y si no … no se conforme”. [Canto 27, versos 3613 a 3616]

Si tumba es aquello que hiere, destruye, que quita sentido, nosotros nos conformamos con que la cárcel sea una tumba ni con los discursos sobre ésta como la única tumba. Proponemos pensar si no quita acaso el sentido, la pobreza, la violencia social, la desaparición, las torturas actuales, la desnutrición infantil… por sólo mencionar algunos ejemplos propios de la vida en sociedad en su conjunto...

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