Luego de cinco meses de trabajo intenso, finalizamos el recorrido del Taller de Comunicación y Teatro en la Unidad Penal Nro.1. Sorteamos la incertidumbre y los contratiempos, modificamos cosas sobre la marcha, le sacamos el jugo a los presentes y reemplazamos a los ausentes… Pero llegamos. La muestra anual, conformada por casi la totalidad de les integrantes, se vivió con felicidad y satisfacción.
En contextos de encierro, nuestro rol como
comunicadoras sociales tiene que ver con ampliar una perspectiva de derechos,
ya que, según la Constitución, la única facultad restringida para las y los
internos es la libertad ambulatoria. Tenemos la tarea de concientizar y
promover que todo ser humano tiene derechos y deben ser reconocidos y respetados.
En la comunidad carcelaria, cada privado/a de libertad debe poder expresarse,
informar, estar informado/a, intercambiar ideas, participar de diferentes
espacios educativos y recreativos, etc.
Algunos dijeron que el taller los hace
olvidarse por unas horas de lo que es la cárcel y que en éste pueden vincularse
entre ellos de igual manera que en el afuera, “sin tantos códigos” y de forma
relajada. Otros sostuvieron que regularmente se los discrimina por ser presos,
pero que acá se sintieron tratados como pares, como personas. Los más aplicados
aseguran que obtuvieron herramientas para desenvolverse en el afuera con más
confianza en sí mismos, que les interesó mucho aprender recursos del teatro y
que esta oportunidad les destapó una nueva afición. También mencionaron que
esta instancia les hizo volver a su niño interior.
Jugamos a ser hinchas de fútbol y
deportistas famosos. Aprendimos a encarnar diversos personajes, a crear sonidos
de la naturaleza con las distintas partes del cuerpo, a desatar los nudos de la
vergüenza y a confiar en el compañero o compañera. Fuimos actores y actrices.
Aprendimos a desinhibirnos, a romper con estructuras, prejuicios y
estereotipos, a convivir con las diferencias sutiles y abismales que existen
entre nosotres y nutrirnos de ellas. Inventamos historias nuevas, contamos las
que ya existen, las nuestras, las de les demás. Festejamos cumpleaños, bailamos
de a dos, de a tres, de a muches, compartimos mate, tereré, torta. Nos
acercamos un poquito más al derecho a la comunicación, al acceso a la cultura,
al disfrute y la alegría en un contexto de pesadez, de punición.
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