Cierre anual del Taller de Comunicación y Teatro en la UP1 por Rocío Dondonei

 


   Luego de cinco meses de trabajo intenso, finalizamos el recorrido del Taller de Comunicación y Teatro en la Unidad Penal Nro.1. Sorteamos la incertidumbre y los contratiempos, modificamos cosas sobre la marcha, le sacamos el jugo a los presentes y reemplazamos a los ausentes… Pero llegamos. La muestra anual, conformada por casi la totalidad de les integrantes, se vivió con felicidad y satisfacción.

   Cerramos el año con una puesta en común, entrevistando a los muchachos con el objetivo de que nos cuenten qué significó para ellos este espacio, cuánto les sirvió, qué pudieron aprender y qué podríamos modificar, agregar o mejorar para el próximo año. Hicimos entrega de certificados y vimos un video emotivo de nuestro trayecto, hecho por una compañera. Por último, fuimos espectadores de Icaria, obra de teatro de nuestra querida profe Paula. Al contrario del bullicio incansable de cada miércoles de taller, durante Icaria  predominó el silencio y la atención minuciosa por parte del público.


   Para cualquier persona, privada de libertad o no, transitar la cárcel es todo menos fácil. Pienso que, desde nuestro carácter de estudiantes y siendo inexpertas en el terreno, pudimos desenvolvernos con cintura, respeto y amorosidad. Fue un grupo hermoso, no sólo por la responsabilidad y el compromiso, sino porque la convicción y el amor por lo que hicimos estuvieron presentes siempre, incluso en los momentos de conflicto. Por supuesto que hubo errores y desaciertos, pero nuestro equipo funcionó como una red en la que si una tambaleaba las demás tensaban para sostenerla. Entendimos la importancia de lo comunitario y lo enriquecedor que es trabajar con diversidad de perspectivas.

   En contextos de encierro, nuestro rol como comunicadoras sociales tiene que ver con ampliar una perspectiva de derechos, ya que, según la Constitución, la única facultad restringida para las y los internos es la libertad ambulatoria. Tenemos la tarea de concientizar y promover que todo ser humano tiene derechos y deben ser reconocidos y respetados. En la comunidad carcelaria, cada privado/a de libertad debe poder expresarse, informar, estar informado/a, intercambiar ideas, participar de diferentes espacios educativos y recreativos, etc.

   Algunos dijeron que el taller los hace olvidarse por unas horas de lo que es la cárcel y que en éste pueden vincularse entre ellos de igual manera que en el afuera, “sin tantos códigos” y de forma relajada. Otros sostuvieron que regularmente se los discrimina por ser presos, pero que acá se sintieron tratados como pares, como personas. Los más aplicados aseguran que obtuvieron herramientas para desenvolverse en el afuera con más confianza en sí mismos, que les interesó mucho aprender recursos del teatro y que esta oportunidad les destapó una nueva afición. También mencionaron que esta instancia les hizo volver a su niño interior.


   
La calidad humana del taller se vislumbró en la soltura y predisposición de cada pibe y de cada hombre, en aquellos que al inicio fueron “para probar” y luego se comieron el escenario, en quienes apenas emitían palabra y terminaron riendo a carcajadas y contándonos sus anécdotas cotidianas, sus historias de vida, sus deseos y miedos. El fruto de nuestro trabajo se materializó en las sonrisas, en la complicidad, en las palabras de agradecimiento y los abrazos, que al principio no abundaban, pero que en los últimos días fueron frecuentes y apretados. Semana a semana, encuentro a encuentro, fuimos fortaleciendo la confianza.

    Jugamos a ser hinchas de fútbol y deportistas famosos. Aprendimos a encarnar diversos personajes, a crear sonidos de la naturaleza con las distintas partes del cuerpo, a desatar los nudos de la vergüenza y a confiar en el compañero o compañera. Fuimos actores y actrices. Aprendimos a desinhibirnos, a romper con estructuras, prejuicios y estereotipos, a convivir con las diferencias sutiles y abismales que existen entre nosotres y nutrirnos de ellas. Inventamos historias nuevas, contamos las que ya existen, las nuestras, las de les demás. Festejamos cumpleaños, bailamos de a dos, de a tres, de a muches, compartimos mate, tereré, torta. Nos acercamos un poquito más al derecho a la comunicación, al acceso a la cultura, al disfrute y la alegría en un contexto de pesadez, de punición.


Rocío Geraldine Dondonei, estudiante extensionista

 21 de diciembre de 2022

 

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