La cárcel es una institución cerrada donde todo esta previsto y limitado. Detrás de las rejas viven personas que se encuentran privadas de su libertad por distintos motivos, y se ven limitadas para ejercer otras prácticas. No porque otras practicas estén necesariamente prohibidas, sino debido a un contexto donde todo esta regulado, controlado…
Sin embargo, este equipo del Área de Comunicación Comunitaria de la Facultad de Ciencias de la Educación sostiene, junto a un grupo de internos de la Unidad Penal N°1, un espacio semanal de taller de comunicación. Estamos convencidos de que la creatividad, la comunicación y el arte nos permiten expresar miradas, compartir saberes y sentires con otros. Crear y recrear. Así damos sentido al mundo en que vivimos, y lo hacemos en comunidad.
El espacio de comunicación en la cárcel busca generar propuestas donde se potencie la creatividad de los seres humanos, que se despierten los sentidos adormecidos por la situación de encierro y que permita generar lazos desde la imaginación, el asombro, el descubrimiento. Apostamos al juego, a la lectura, a la escritura, a hacer una radio y una revista. Y lo hacemos en forma colectiva, entre todos.
Así, entre muchas cosas, surgió la idea de hacer un mural…
La realización comunitaria del mural significó un encuentro en varios aspectos: nos encontramos internos, estudiantes, docentes y artista plástico; y encontramos la forma de comunicarnos, de decir lo que cada uno quería y acordar entre todos.
El mural es nuestro, la pared es nuestra y nuestros deseos e imágenes se adueñaron de ella.
Compartimos la convicción de que todos los sujetos podemos desarrollar nuestra creatividad; todos podemos ser artistas. El arte posibilita la comunicación y permite la interacción.
El mural comunitario “Arte para Liberarte” nos permitió unirnos como grupo. Además, nos permitió organizar el trabajo, distribuir roles y funciones bajo un objetivo común: en este caso pintar un mural para que las visitas no vean tanto gris y blanco.
Fue lindo verse en los diarios como artistas, nos ayudó a pensar en el afuera y en el adentro y en lo que todos tenemos para decir, aún con dibujos y pinturas.
Así, el arte y el juego mediante la liberación de la creatividad y la expresión, abren grietas en la cárcel. Y esa institución tan cerrada comienza a resquebrajarse, a teñirse, de otras ideas, otras relaciones, otras acciones, otras palabras que representan la sensación que nos queda.
Ahora escuchamos el testimonio de Fabián otro de los participantes de la realización del mural en la cárcel:
Cita: “¡Ohhh! Cuando pintamos ese mural, yo no estaba acá… La posta te digo, yo no estaba acá. Me divertía mucho, más que éramos un montón de gente que estaban haciendo las cosas bien… Más que hemos perdido un compañerito que pintaba el cielo; eso lo lamento mucho y que en paz descanse porque con su pintura azul nos pintó a todos y por eso me sentía bien, me sentía a gusto como quien dice, y fue lo mejor que me ha pasado. Le digo la verdad, fue lo mejor que me ha pasado.
Con sólo venir al Taller me siento bien y pintar ese mural fue como… no sé… como que traspasé al otro lado, ¿entendés?
No me sentí acá, no me sentí tras las rejas; no me sentí que tenía que volver detrás de la reja de vuelta… Y compartir, y no solamente compartir, sino hacer… ser parte de ese mural que hicimos. Y para la inauguración… me mató, un sueño que no podía despertar… Más que estaban mis dos hijas, que fue algo impresionante, como que no estaba planeado pero se hizo y… muy bueno, te digo la verdad, muy bueno… muy bueno… (Fabián)
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