Me sumo a la perplejidad e impotencia...


Esta tarde de lunes la lluvia constante aún no lava la angustia de confirmar que la humanidad se sigue yendo con las almas -más o menos "culpables", más arriba o más abajo de la tierra-, en cada acto violento e inexplicable como el del pasado domingo, “día de los enamorados”.

En la sección Policiales del diario del día 14 de febrero nos desayunamos con el mate -más amargo que nunca- la terrible noticia. Daniel Martínez, de apenas 27 años y con varios años de condena cumplida, uno de los integrantes más constantes y activos del taller, había sido encontrado muerto en su celda...

La nota del diario describía, hiriendo aún más cualquier sensibilidad, la escena que ya desde el titular no podíamos dejar de imaginar, con la diferencia de que el diario no le ponía rostro, cuerpo y voz al "suceso"; y nosotros sí.

"Cuando los guardias de la Unidad Penal Nº 1 lo advirtieron, el cuerpo de Daniel Martínez yacía sangrante en el piso de uno de los pabellones ubicado en calle Marcos Sastre de Paraná.

Relata la información oficial que actuaron con premura y los trasladaron hasta el Hospital San Martín, pero que la profundidad y las heridas que generó en su humanidad el puntazo de una faca –arma blanca de fabricación artesanal–, hicieron vanos cualquier esfuerzo por salvarle la vida.

Algunas versiones lo ubican solo en su celda, cuando otros dos internos lo acecharon con intención de ultimarlo.

Poco pudo hacer por defenderse, y su grito sordo se confundió con la cumbia que se apoderaba del tranquilo pabellón. Aseguran que hacía mucho tiempo que en ese espacio no se producían hechos de violencia, lo que explica cierta flaccidez en los controles"

El lunes pasado nos reuníamos por primera vez en el año con los compañeros coordinadores del taller de comunicación para programar las actividades de 2010. El año 2009 había cerrado a todo color, mural, radio abierta, fiesta, música, baile, familias acompañando a los muchachos, y teníamos (tenemos) aún mucho por hacer. Imaginábamos el retorno, el reencuentro con el grupo, las nuevas propuestas, la renovación de los códigos y compromisos a consensuar para las tareas de un nuevo ciclo... Pensábamos si luego del verano estarían los mismos, si se anotarían para participar nuevamente los "históricos", aquellos que ya han compartido el espacio durante años, como Daniel... Ese Daniel siempre posando para la foto, siempre buscando a alguien para abrazar y compartir ese instantáneo momento de libertad frente al flash. Ese Daniel, que ahora lo sabemos, ya no estará.

Daniel, el del "batacazo artístico", que supo identificarse con los colores de Argentina y con la leyenda "palabras libres" en su camiseta en ocasión de la pintada del mural comunitario. El que apareció con la sonrisa de oreja a oreja proponiendo a todos autografiar el mural que había hecho sobre su atuendo. Daniel, el flaco, disperso pero siempre presente, que no largó el micrófono para invitar a bailar al ritmo de la batucada de “Barriletes” el día de la inauguración del mural, y que junto a sus sobrinos improvisó una comparsa para alegrar la tarde de domingo en la prisión. El mismo que no dejó de sacar a nadie a bailar al ritmo de la cumbia del grupo “La Noche” la tarde de la radio abierta, allá por diciembre.

Para los que hacemos el Proyecto de Extensión "Comunicación Comunitaria en la cárcel" ese Daniel tiene cara, cuerpo, sonrisa, palabras sueltas, salidas cómicas y una sucesión de pequeños logros a partir de sus esfuerzos. Un camino en el afecto del grupo ganado poco a poco, a pesar de que la confianza no abunda en las cárceles.

Daniel era un muchacho de barrio, había aprendido trabajos en la huerta, le encantaban las cámaras de TV y se enamoraba fácilmente. Quería leer y ser protagonista de la Chamuyo FM. Era uno de los tantos que, cumpliendo su condena en la cárcel, con todo lo que ello implica, se sumaba a darle vida al espacio del taller, un espacio de libertad ganado al encierro, un lugar para crear y comunicar su realidad y sus deseos de cambiarla.

Hay muchas cosas de Daniel que no sabíamos ni sabemos, así como desconocemos de sus compañeros. Hay muchos vacíos, huecos, claroscuros propios del contexto. Muchas razones y sin razones que nos superan y los superan. Sin embargo, sabemos que el sábado 13 de febrero de 2010 Daniel Martínez fue asesinado en un pabellón de la U.P.Nº1 de Paraná y que el “hecho” sale en la sección de “policiales” del diario del domingo y luego se pierde; como su vida.

Mientras, cientos, miles de pibes siguen pidiendo ayuda o vendiendo rosas para sobrevivir en los restaurantes de Paraná a las parejas que celebran “San Valentín”. Y mientras también, otros tantos represores y torturadores, narcotraficantes, corruptos, magnates, celebran con sus familias en sus casas y con todos los lujos, que aún no conocen lo que es una cárcel.

Por todo esto, hoy nos seguimos preguntando y cuestionando: ¿De qué hablamos cuando hablamos de “combatir la inseguridad”? ¿Qué comunicamos y que podemos y debemos comunicar?


Irene.

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