✍️ Rocío Geraldine Dondonei, estudiante extensionista. 21 de diciembre de 2022

Luego de cinco meses de trabajo intenso, finalizamos el recorrido del Taller de Comunicación y Teatro en la Unidad Penal Nro.1. Sorteamos la incertidumbre y los contratiempos, modificamos cosas sobre la marcha, le sacamos el jugo a los presentes y reemplazamos a los ausentes… Pero llegamos. La muestra anual, conformada por casi la totalidad de les integrantes, se vivió con felicidad y satisfacción.
Cerramos el año con una puesta en común,
entrevistando a los muchachos con el objetivo de que nos cuenten qué significó
para ellos este espacio, cuánto les sirvió, qué pudieron aprender y qué
podríamos modificar, agregar o mejorar para el próximo año. Hicimos entrega de
certificados y vimos un video emotivo de nuestro trayecto, hecho por una
compañera. Por último, fuimos espectadores de Icaria, obra de teatro de nuestra querida profe Paula. Al contrario
del bullicio incansable de cada miércoles de taller, durante Icaria predominó el silencio y la atención minuciosa
por parte del público.

Para cualquier persona, privada de libertad
o no, transitar la cárcel es todo menos fácil. Pienso que, desde nuestro
carácter de estudiantes y siendo inexpertas en el terreno, pudimos
desenvolvernos con cintura, respeto y amorosidad. Fue un grupo hermoso, no sólo
por la responsabilidad y el compromiso, sino porque la convicción y el amor por
lo que hicimos estuvieron presentes siempre, incluso en los momentos de
conflicto. Por supuesto que hubo errores y desaciertos, pero nuestro equipo
funcionó como una red en la que si una tambaleaba las demás tensaban para
sostenerla. Entendimos la importancia de lo comunitario y lo enriquecedor que
es trabajar con diversidad de perspectivas.
En contextos de encierro, nuestro rol como
comunicadoras sociales tiene que ver con ampliar una perspectiva de derechos,
ya que, según la Constitución, la única facultad restringida para las y los
internos es la libertad ambulatoria. Tenemos la tarea de concientizar y
promover que todo ser humano tiene derechos y deben ser reconocidos y respetados.
En la comunidad carcelaria, cada privado/a de libertad debe poder expresarse,
informar, estar informado/a, intercambiar ideas, participar de diferentes
espacios educativos y recreativos, etc.
Algunos dijeron que el taller los hace
olvidarse por unas horas de lo que es la cárcel y que en éste pueden vincularse
entre ellos de igual manera que en el afuera, “sin tantos códigos” y de forma
relajada. Otros sostuvieron que regularmente se los discrimina por ser presos,
pero que acá se sintieron tratados como pares, como personas. Los más aplicados
aseguran que obtuvieron herramientas para desenvolverse en el afuera con más
confianza en sí mismos, que les interesó mucho aprender recursos del teatro y
que esta oportunidad les destapó una nueva afición. También mencionaron que
esta instancia les hizo volver a su niño interior.

La calidad humana del taller se vislumbró en
la soltura y predisposición de cada pibe y de cada hombre, en aquellos que al
inicio fueron “para probar” y luego se comieron el escenario, en quienes apenas
emitían palabra y terminaron riendo a carcajadas y contándonos sus anécdotas
cotidianas, sus historias de vida, sus deseos y miedos. El fruto de nuestro
trabajo se materializó en las sonrisas, en la complicidad, en las palabras de
agradecimiento y los abrazos, que al principio no abundaban, pero que en los
últimos días fueron frecuentes y apretados. Semana a semana, encuentro a
encuentro, fuimos fortaleciendo la confianza.
Jugamos a ser hinchas de fútbol y
deportistas famosos. Aprendimos a encarnar diversos personajes, a crear sonidos
de la naturaleza con las distintas partes del cuerpo, a desatar los nudos de la
vergüenza y a confiar en el compañero o compañera. Fuimos actores y actrices.
Aprendimos a desinhibirnos, a romper con estructuras, prejuicios y
estereotipos, a convivir con las diferencias sutiles y abismales que existen
entre nosotres y nutrirnos de ellas. Inventamos historias nuevas, contamos las
que ya existen, las nuestras, las de les demás. Festejamos cumpleaños, bailamos
de a dos, de a tres, de a muches, compartimos mate, tereré, torta. Nos
acercamos un poquito más al derecho a la comunicación, al acceso a la cultura,
al disfrute y la alegría en un contexto de pesadez, de punición.
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